Antonio Yépez, El último Emperador americano, 2012, acrílico sobre tela, 100 x 80 cm |
Antonio Yépez
De una forma constante y orgánica,
Yépez continúa en la creación de una mitología americana personal, en este caso
a partir de la reelaboración libre de la efigie de Manco Cápac que, a pesar del
título, ostenta un conjunto de leyendas que giran en torno a la fundación de la
etnia inca en el Cuzco. En todo caso, lo importante es el establecimiento
simbólico y lúdico del héroe americano, de talante mítico, aguerrido y pleno de
dignidad. Yépez recurre al uso de colores planos organizados en pequeñas formas
geométricas yuxtapuestas y superpuestas que construyen al personaje. En estas
formas predominan las curvas, sea por vía de la elipse, las formas almendradas
o estilo mandorla, de los círculos o de formas más irregulares. Esta
‘curvatura’ de las formas está en consonancia con el predominio simbólico de la
Luna, muy constante en la pintura de este artista. De este modo, bajo la luz
lunar, el héroe empuña la flecha, ostenta un penacho o tocado real y viste una
indumentaria exquisita de plumas de aves autóctonas y de pieles de reptiles
como corresponde a la magnanimidad del personaje. Las formas curvas del líder
contrastan con la geometría de las construcciones del fondo que tal vez sean
una alusión al Coricancha. En su mano abierta reposa el envase en que se servía
la bebida elaborada a partir del cacao, brebaje divino y sumamente apreciado por
muchos pueblos americanos. Una de las cosas más atrayentes de la obra de Yépez
es su manejo del color, que permite que el ojo se deleite con las bellas
variaciones del verde o el azul, así como con las dinámicas armonías cromáticas
por complementarios y por complementarios adyacentes. Sus escenas poseen una
calidad lírica propia de una ensoñación.
Escrito por: Alejandro Useche
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