Jaime Hernández, Ocres olvidados, 2011, fotografía digital a color, 50 x 60 cm |
Jaime Hernández
El principal atractivo de la nueva
entrega de Hernández es el goce de la pura visualidad, en particular, de las
texturas de las materias fotografiadas, las variaciones y acentos cromáticos
dentro de una misma gama terrosa rojiza, así como de los ritmos por repetición
de elementos (canaladuras, ladrillos, etc.). De algún modo, parece que la
propuesta de este fotógrafo se concentra, en esta obra, en una suerte de
poética de la materia incrustada, olvidada, sedimentada y acumulada. En este
sentido, se trata de una arqueología de la materia. El muro revela su historia.
El hombre, por homología, es un atesoramiento de recuerdos y de capas de
existencia difíciles de separar. La
maximización de los detalles conduce a la fotografía a una formulación de carácter
abstracto que se complace en los juegos formales. Así, el ojo se mueve en la
tensión que establecen la piedra blanca del plano derecho y la lámina rojiza
del izquierdo. Las posibilidades de la alta resolución producen un efecto de
morosidad visual en pro de la captación de los detalles.
Escrito por: Alejandro Useche
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