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William Prada, Palma sola, 2010, mixta sobre papel, 145 x 88 cm |
William Prada
Con un tratamiento del soporte
cercano al découpage, Prada ha elaborado,
en este envío, el dibujo de un paisaje en el que, como lo señala el
título, destaca “una palma sola” en
medio de un vago y espectral palmar. En vez de sus típicas hojas erguidas en
forma de corona, esta palmera las muestra lánguidas y caídas, teñidas
escasamente con una coloración de magenta violáceo. Ambos factores figurativos,
junto a un fondo parduzco neutro y a una cierta inclinación del tronco,
imprimen a la planta una expresión disfórica y sufriente que la psicologizan.
Toda la escena está bajo la influencia de lo que parece ser una nevada
ejecutada por infinidad de puntos blancos de pintura con diferentes dimensiones. Dado
que las palmeras, aunque puedan encontrarse en latitudes templadas, son, fundamentalmente,
de climas cálidos, la idea de una nevada sobre un palmar implica una suerte de
inversión del orden de la naturaleza y, por ende, un estado de perturbación o
muerte simbólica. Aunque no se descartan posibles asociaciones de corte
ecologista, nos inclinamos a considerar la obra como una metáfora de estados
emocionales o psicológicos fundamentalmente melancólicos. De este modo, la
figura de la planta viene a ser un símbolo del alma humana. El goteo blanco —a
veces de puntos quizá demasiado gruesos—le da una sensación textural a esta
imagen monofocal. La pieza, de tono contemplativo, aprovecha las cualidades de
las atmósferas invernales para sugerir introversión, silencio, suspensión de
las actividades externas y meditación.
Escrito por: Alejandro Useche
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