28 de enero de 2013

Rafael Herrádez, Llanto por la Piedra Madre de los Pemones, 2012, 7.º edición

Rafael Herrádez, Llanto por la Piedra Madre de los Pemones, 2012
 mixta sobre tela, 100 x 80 cm



Rafael Herrádez

       El nuevo envío de Herrádez, a pesar de su titulación, recrea no tanto esquemas cromáticos y de figuación del arte pemón como los propios de las expresiones afroindígenas americanas en general. Empleando una paleta muy calórica en la que predominan los amarillos anaranjados y los rojos, con eventuales contrapuntos, especialmente de azules, el artista ha desplegado una serie de rostros a modo de máscaras —muy cercanas a las tipologías del África— con expresión esquemática de asombro o tristeza. Las figuras están enriquecidas con decoraciones de formas dentadas, “de peine”, “de coronas”, “de flechas” o simplemente emparentadas con el imaginario de los petroglifos, todas propias de las culturas primigenias del orbe. La máscara central comporta un tratamiento antropomórfico más completo, con una suerte de torso y formas semejantes a brazos. La expresión cromática parece buscar una vivencia de intensidad o desbordamiento quizá en consonancia con la carga emocional dolorosa aludida en la titulación, la cual hace referencia, a nuestro entender, a la polémica extracción de la piedra Kueka del pueblo pemón que se realizó en el Parque Nacional Canaima en 1998. Esta piedra, de 30 toneladas, se trasladó a Tiergarten, Alemania, para formar parte de Global Stone Projekt. La Kueka es, según una leyenda de los pemones, la forma actual de dos amantes pertenecietnes a etnias diferentes que, en el tiempo mítico, fueron condenados por el dios Makunaima a permanecer en dicho estado pétreo por haber violado las normas endogámicas de la comunidad. De este modo, la piedra Kueka vendría a ser tanto el “abuelo” como la “abuela” de todos los pemones contemporáneos. Esa ausencia ha quedado dramatizada, en la propuesta de Herrádez, por las lágrimas rojas de la máscara del plano izquierdo y por todas esas bocas que, quejumbrosas, se abren al unísono.


Escrito por: Alejandro Useche 

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