28 de enero de 2013

Nelson Bravo, La espiral y la supraconciencia, 2012, 7.º edición

Nelson Bravo, La espiral y la supraconciencia, 2012, óleo sobre tela, 100 x 100 cm



Nelson Bravo

       Bajo soluciones informalistas, la escena despliega manchas irregulares que se mueven en el espacio con comportamientos y velocidades diversos. Estas manchas de color tienen una apariencia fantasmal. Son difusas y a veces se desplazan como humo o nubes; en otras oportunidades, parecen aletear o, incluso, están las que se muestran más pesadas y se ubican al ras del suelo. Habitan un espacio indefinido negro-azul, en el que se distingue, apenas, un umbral en el plano izquierdo, mejor iluminado. Si bien el título del cuadro alude a la ‘supraconciencia’, creemos que estas extrañas formas y el escenario abstracto en el que viven apuntan más bien al vislumbre de las elusivas formas del inconsciente, a su oscuro sótano de flujos libidinales o energéticos. Dado que el inconsciente es lo que desconocemos de nosotros mismos, su figuración directa no es posible. De allí el umbral que el cuadro nos muestra. Sólo desde éste se pueden entrever los seres de la oscuridad. Por último, cabe señalar que sólo se accede a la supraconciencia, habiendo descendido primero al inconsciente. Quizá esta pintura aspire a hacernos evocar dicho recorrido.



Escrito por Alejandro Useche

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