Judith Martínez, Equilibrio, 2012, óleo sobre tela, 90 x 100 cm |
Judith Martínez
Esta pintura de Martínez, por su
combinación icónica y la atmósfera de sus espacios desérticos recuerda a las
aventuras del arte surrealista y metafísico. Esta composición de armonías
cromáticas análogas, plantea las relaciones simbólicas entre la cabeza humana y
el caracol. Por la coloración de la escena y el halo o nimbo que rodea la
cabeza, podría afirmarse que se trata de una escena de ocaso. Así, la
cabeza-sol, con su expresión disfórica y melancólica, pone sobre el tapete el
encaramiento de la muerte, la disolución del astro rey y, por analogía, del
hombre, en el mar, en la nada. Ahora bien, la figura del caracol, por vía de la
aferencia semántica, amplía la acción del conjunto. El caracol es,
contrariamente, un símbolo lunar. La espiral de su concha alude a los ciclos de
la naturaleza, como son los de la luminaria en cuestión. Lo mismo sucede con
los cuernos del animal que se muestra y ocultan como la Luna en sus fases. De
este modo, el cuadro escenifica la dualidad Sol / Luna, dramatizando la vida
humana a escala cósmica. Aunque la cabeza-Sol muera y se hunda el mar, siempre
volverá renovada, como es el destino de todas las formas orgánicas. Tras la
muerte, se yergue la vida.
Escrito por: Alejandro Useche
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