|
Manina Vejar, Mi propio aroma, 2010, óleo sobre tela, 90 x 100 cm |
Manina Vejar
Prosiguiendo en su línea
plástica en torno a las figuras femeninas, Vejar nos presenta, en esta entrega
para Todos por el Arte, lo que, según la titulación, se entiende como un
autorretrato simbólico: una mujer desnuda que se contempla ante el espejo
oblicuo de una habitación de extrañas paredes violáceas. Sólo una flor de
cayena adorna su cabeza y un florero cargardo es el único ornamento del lugar.
Esta escena, aparentemente simple, oculta una experiencia perturbadora: aunque
la mujer es joven y ostenta pechos firmes; a pesar de la coquetería de su
maquillaje y del gesto de adornarse con un flor su largo cabello rubio, la
escena en su conjunto convierte a esta figura en un símbolo de la juventud
perdida, de la lozanía corrompida por el tiempo devorador. La coloración
dominante de un violeta que se mueve entre lo negruzco y la palidez, tanto en
las paredes como en el espejo, así como el carácter naranaja, ocre y
amarillento de las flores, que le otorgan a éstas una apariencia de
marchitamiento, contrastan radicalmente con la idea de una mujer joven y
seductora que se regodea en su propia belleza. La expresión melancólica y
disfórica del rostro del personaje, por el contrario, apuntan a que estamos
ante una visualización ‘en el espejo mágico de la memoria’ de lo que una mujer
fue en un tiempo. En este sentido, la pintora ha aprovechado las cualidades
sufrientes del violeta quebrado y el aspecto seco y estéril de los colores
cálidos. Consideramos que, a pesar de los desaciertos en las proporciones y angulaciones
de las figuras y del carácter poco feliz, plásticamente, de ciertas soluciones
cromáticas, Vejar persiste en un proceso de investigación visual en el que ha
logrado mayor profundidad psicológica en el empleo de los recursos visuales.
Escrito por: Alejandro Useche
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¡¡Haz tus comentarios, sugerencias, opiniones y críticas aquí!!