28 de enero de 2013

José Ignacio Zambrano, Musa astral, 2012, 7.º edición

José Ignacio Zambrano, Musa astral, 2012, óleo sobre tela, 80 x 120 cm



José Ignacio Zambrano

      Zambrano se ha mantenido fiel a una línea temática y plástica centrada en la figuración de la ‘amada’ ( o ‘amante’) celeste. Sus mujeres son figuras marcadamente estilizadas al punto de ostentar una anatomía imposible. Sus cuerpos finos, alargados, ondulados flotan, desnudos, en el aire. En la presente entrega, el pintor la ha representado con rostro dulce, con flores en su cabello, senos turgentes y tocando un violín sobre los cielos de una ciudad. Su figura morena, con tonos verde-dorados, podría relacionarse, por vía de la titulación, con el carácter inspirador de las Musas griegas antiguas, en especial con Euterpe, la de la música, a pesar de que ésta ejecutaba la doble flauta y no el violín. Sin embargo, el perfil astral señalado por la titulación y las relaciones intertextuales entre la obra de Zambrano y ciertos cuadros de Marc Chagall, conducen a nuevas consideraciones. En este orden de ideas, nos inclinamos a considerar a sus musas morenas como simbolizaciones de la feminidad divinizada, etéreas y sensuales, puras a pesar de su desnudez. La disposición de la figura en diagonal, junto a sus curvas, le brinda dinamismo a la imagen. La ciudad es apenas un fondo abstracto de pinceladas breves texturales en las que resaltan los azules-violetas con su atmósfera de lejanía. Si bien la labor de insaturación de los pigmentos busca restar corporalidad y aumentar la sensación de ligereza, idealidad y ensoñación, termina siendo una estrategia contraproducente que homogeneiza la experiencia visual  y debilita la expresión. La poca diferenciación de la figura y del fondo aumenta esta sensación. Empero, la pieza logra recrear un estado onírico sugestivo. 


Escrito por: Alejandro Useche

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